En la búsqueda por bajar de peso creemos que lo vamos a lograr más rápido si eliminamos las harinas de nuestro plan de alimentación diario. Sin embargo, la pregunta de muchas personas es ¿esto sucede realmente? La respuesta es sorprendente. 

Lo primero que debemos saber es que las harinas son hidratos de carbono, uno de los tres macronutrientes claves, junto a las proteínas y las grasas. Se llaman macronutrientes precisamente porque los necesitamos cada día y en cantidades significativas.

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Según la médica nutricionista Mónica Katz, si el objetivo es bajar de peso y/o cuidar la salud, no es necesario abandonar las harinas. Y agrega: "la clave está en elegir correctamente, porque no son todas iguales". 

"!A pesar de que en el mundo actual reina la carbofobia (apodo que asume el temor a comer hidratos de carbono, harinas y azúcares), ha habido épocas en las que en el banquillo de los acusados estuvieron sentadas las hoy glorificadas grasas", sostiene la especialista en un artículo que escribió para Clarín.

¿Cuál es el origen de la carbofobia?

Hasta 1950, se consideraba que los hidratos de carbono eran un nutriente más, como las proteínas y las grasas.

Katz explica que eso cambió con el lanzamiento del libro de John Yudkin titulado "Blanco, puro y mortal". "Como su nombre lo indica, en él planteaba que las harinas o los azúcares eran polvos blancos mortales. A partir de ese momento, el mundo empezó a temerle a las harinas. Fue el inicio de la era de la carbofobia, que aún continúa vigente", detalla.

Una década después del lanzamiento del polémico libro, Denis Burkitt publicó otro en el que demostraba que el problema no son las harinas en sí, sino el hecho de haberles sacado la fibra, a través de un proceso de refinamiento que elimina el salvado y el germen del grano de trigo. "Hoy en día estamos comiendo muchísimas harinas refinadas", detalla.

¿Qué tiene de bueno comer fibra?

Una alimentación rica en fibra, entre otros beneficios, disminuye el riesgo de obesidad, de cáncer, de enfermedad cardiovascular, diabetes, de insulinorresistencia.

La fibra se encuentra en la parte exterior del grano. Un cereal entero o integral tiene tres partes: el salvado, que es la parte de afuera, muy rica en fibra; el endospermo, que es lo que por la molienda va a generar las harinas que consumimos habitualmente, refinadas; y por último, el germen, que es de donde germinaría una nueva planta si sembráramos ese grano.

Esto significa que las harinas no son todas iguales. Y si integramos esos cereales buenos a nuestra alimentación no tenemos por qué sacar las harinas. ¿Dónde encontramos esos cereales "buenos"? En un arroz integral, yamaní, salvaje, negro, en panes de cereales enteros, en el trigo burgol partido, en la quinoa, en el mijo.

Es decir, tenemos una enorme posibilidad de ingerir cereales enteros sin tener que sacarlos de nuestra dieta. También son muy buenas las legumbres. Es decir, comer lentejas, arvejas, porotos, garbanzo, cualquier derivado de ellos.